SJDP: los proyectos

 

SJDP: los proyectos

Ya teniendo ubicado Kangemi, el slum en el que me encuentro, toca hablar de los proyectos sociales en los que he estado implicado. Durante este tiempo me he dedicado a trabajar para los jesuitas. Estos dirigen la parroquia local, que tiene dos partes. Por un lado, como en toda parroquia, está la rama pastoral (catequismo, misas, charlas, etc.) y, después, está la rama social, en la cual me encuentro como voluntario.

 El nombre oficial de esta segunda es St. Joseph Development Programmes (SJDP). Se trata concretamente de tres proyectos: Upendo, Uzima y St. Joseph Technical Secondary School. El director es uno de los jesuitas de la comunidad de Kangemi y los demás somos empleados y voluntarios.

Empezamos por el primero. Upendo significa “Amor” en swahili. Este programa viene a ser una beca que se otorga cada año a 30 niños y niñas de entre 6 y 12 años. Es bastante completa ya que incluye educación, soporte nutricional y acceso instalaciones sanitarias. El criterio de selección de los becados es claro: escoger a niños no escolarizados y realmente necesitados de Kangemi.

Para identificar a estos 30 pequeños, contamos con el sistema de las Jumuiyas (Small Christian Comunities), que son las 38 áreas que conforman Kangemi. Hasta donde yo sé, esta es una división del territorio del slum hecha en algún momento por la parroquia para coordinarse mejor con los habitantes del slum. De hecho, cada una de estas unidades territoriales tiene un portavoz o líder que conoce y representa a las familias que en ella viven. Esta persona es quien hace de interlocutor con la iglesia para cualquier tema.

Una vez al año, Upendo requiere información a cada portavoz sobre quiénes son los niños más necesitados y no escolarizados de cada una de estas áreas. Tras recibir a los potenciales candidatos se elabora una lista, se realizan visitas a las familias, se recopila la información relevante y se hace una selección final. En el proceso, se tienen en cuenta una serie de indicadores socioeconómicos, el nivel de necesidad de la familia y los contextos familiares de los candidatos.

Una vez seleccionados, los 30 pasan a tener acceso a la escuela (primaria y secundaria), reciben dos comidas al día y tienen acceso al centro de salud de la parroquia en caso de enfermedad.

Pero antes de entrar a la escuela primaria estos niños y niñas pasan un año en la Upendo Unit School, un aula donde aprenden o recuperan las dinámicas escolares. Tener un horario, hacer deberes, convivir en clase con otros, corregir asuntos de actitud y disciplina y aprender lo básico de cada asignatura, son algunos de los aspectos que se trabajan en la Unit. Al acabar este año, hacen una prueba de nivel y dan el salto al curso de primaria o nursery que les corresponda.

Un dato bonito es que los padres (a menudo solo madres) de los becados por Upendo vienen periódicamente a ayudar en la cocina, en la limpieza o en lo que se necesite. Esa es la manera en la que devuelven parte del favor a Upendo, dedicando parte de su tiempo al proyecto que da un futuro a sus hijos. También se les exige un mínimo compromiso como ocuparse de la higiene y el uniforme del niño o niña. La colaboración de los padres es fundamental para que todo fluya como debe de cara a seguir recibiendo la beca.

                              

Upendo es donde más he trabajado en este tiempo. Por un lado, he dado apoyo a la profesora en la clase y organizado algunas actividades con ella. Por otro lado, he trabajado en la oficina con la trabajadora social llevando varios temas como el seguimiento de la asistencia de nuestros becados, apoyando en el proceso de selección, elaborando bases de datos, ayudando en campañas puntuales, etc.

La oficina, el aula de la Unit y mi apartamento se encuentran en un mismo recinto. De hecho, la oficina es mi sala de estar a partir de las 5pm. Junto al aula encontramos un comedor y la cocina donde se prepara la comida de los tres proyectos de SJDP (que se dice rápido). La leña es el combustible que se usa para ello y no hay más extractor que un par de pequeñas ventanas. Por lo tanto la cocina suele estar llena de humo. Eso crea un entorno bastante insalubre para todos los que comemos en el comedor de al lado, pero especialmente inhumano para las cocineras. Una pequeña ONG medioambiental alquila un par de espacios en el mismo recinto y conviven con nosotros en el día a día. El resto es un patio donde los pequeños juegan durante el recreo con algo de césped y un par de árboles.



Dicho esto, pasemos a Uzima, el siguiente programa. Uzima significa “Lleno de vida” y es un proyecto muy distinto. Los beneficiarios son hombres y mujeres con VIH, víctimas de abusos sexuales, personas que han sufrido violencia doméstica y otros grupos vulnerables de Kangemi.

En Uzima se hace renacer a estas personas proporcionándoles seguridad, apoyo psicosocial, sanitario y legal. Además, se ofrece formación profesional a los beneficiarios enseñándoles a llevar un pequeño negocio (cría de pollos, cultivo de verduras, peluquería, etc.) con el que generar ingresos suficientes para vivir.

A decir verdad, Uzima es el proyecto en el que menos he participdo, pero puedo asegurar que es un programa muy necesario en lugares como Kangemi, donde las cifras del sida son preocupantemente elevadas y los abusos y violaciones están a la orden del día. Es, en resumen, un proyecto que sana y empodera a personas vulnerables, estigmatizadas y socialmente excluidas.

El tercer y último proyecto es St. Joseph Technical Secondary School. Una escuela secundaria que prepara a los alumnos para el examen estatal de acceso a la universidad como cualquier escuela secundaria en Kenia. La diferencia es que ofrece una educación superior a las escuelas vecinas, pero a un precio asequible para las familias de Kangemi.

Más allá de la educación secundaria encontramos los ciclos de Formación Profesional, que son tres: peluquería, lampistería y diseño de moda. Estos ciclos forman a jóvenes para oficios específicos y también culminan con un examen estatal.

Mi aportación en la escuela secundaria es como profesor de guitarra para un pequeño grupo de 7 alumnos. Es de las cosas que más disfruto de mi rutina aquí. Mis alumnos están entusiasmados con aprender música. Prueba de ello son sus sonrisas y los saltitos que dan cuando me ven llegar el jueves a última hora con la guitarra colgada del hombro. Aquí es poco común tener instrumentos (hay otras prioridades) y por lo tanto casi nadie toca. Es por ello que mis clases generan cierto público; solemos tener a compañeros de secundaria mirando, curiosos, como sus amigos progresan cada día.

Me gustaría poder ampliar el número del club de guitarra, pues realmente hay mucha gente interesada. Pero soy de los que piensa que quien mucho abarca poco aprieta, mejor ser unos pocos y que aprendan de verdad. Además, solo tenemos 4 guitarras y nos las vamos turnando. Me encanta hacer que se ayuden entre ellos así que a menudo pido a los que van más avanzados que me echen una mano ayudando quienes aprenden más despacio.

                            

Además, he estado llevando la comunicación y redes sociales para los tres proyectos y creando contenido para la web. Es algo que propuse al notar que era un tema que flojeaba cuando llegué. Me apetecía mucho aportar por esa vía así que lo luché y convencí a quien debía para tirarlo adelante. La verdad es que disfruté mucho creando y alimentando nuestras redes sociales, escribiendo algún artículo y trabajando por aumentar la visibilidad de SJDP. Pero es algo que solo hice durante el primer trimestre aquí.

En resumen, podemos decir que he estado en tres frentes distintos. El primero es la enseñanza, en el que incluyo tanto mi soporte a la profesora de Upendo como las clases de guitarra en secundaria. El segundo es la comunicación, una iniciativa propia que me permitía hacer más visibles los proyectos y hacer eco de los mismos. El último es el trabajo de oficina, en el que he estado aprendiendo una barbaridad sobre cómo se gestiona un proyecto desde dentro.

Esa combinación me ha encantado mientras ha durado, pero por desgracia ya no la tengo. Ahora solo estoy activo en la enseñanza, me paso el día en la Unit de Upendo y sigo con mis 2 horas de club de guitarra semanales. Este cambio viene por un conflicto con el director de SJDP que ha acarreado consecuencias mucho más allá de lo que cabía esperar. Pero esa es una larga historia, quizá para otro momento.

Para acabar debo decir que ser el único extranjero aquí supone una gran oportunidad de inmersión cultural. Trabajar completamente rodeado de compañeros y beneficiarios locales le permite a uno entender a la gente de Kenia desde la perspectiva laboral y trae consigo amistades y conversaciones interculturales realmente interesantes.

Doy gracias por ello, por el aprendizaje y por la experiencia.

Comentarios

  1. Muy buena descripcion! Que bien que los SJ lo tengan tan bien organizado para que tu tiempo vaya todo a los beneficiarios. Te felicito!

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  2. Que curiosa esa subdivisión tan irregular de las 38 áreas del slum. Me pregunto a qué se debe...aunque imagino que han sido las propias ocupaciones espontáneas de las personas y no una delimitación a posteriori por parte de los jesuitas. Se han ido, pues, adicionando.

    Los tres proyectos han quedado perfectamente explicados, como también, tus labores en cada uno de ellos. Escrius molt bé, xiquet. Estoy seguro de que también para ellos, ha sido una gran oportunidad poder contar contigo todo este tiempo. Aunque ahora no vaya a ser de la misma forma, seguirás teniendo tu espacio allí así que, no dudes en aprovecharlo.

    Gràcies per compartir ;)

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